EL NUM UNO, EN LA ORGANIZACION DE EVENTOS, EL MEJOR RELACIONES PUBLICAS DE TODOS LOS TIEMPOS LEJOS.

Bueno hoy les dejo una personalidad, a mi parecer muy importante para el ambiente de la moda, la musica electronica, la organizacion de eventos es mas el mejor organizador y relaciones publicas de la argentina.
Con un interes absoluto y unico por el buen vestir, las mejores marcas el buen gusto por las ropa, y dandole un toque femenino siempre a su look amante del blanco y de la cabesa siempre rasurada ja.
Siendo el la cara visible de la marca de indumentarias LACOSTE la del cocodrilito para los que no saben.

*****Su nombre es sinonimo de GLAMOUR. Él lograba movilizar una troupe de famosos.

Sin lugar a dudas, "Gaby" Álvarez era uno de los relacionistas públicos más famosos del país. En ese ámbito, se destacaba por la organización de eventos del mundo del espectáculo, donde la asistencia de las personalidades del jet set porteño estaba garantizada.

"Soy el Número 1", había declarado en más de una oportunidad sin ruborizarse, y su amistad con diversas personalidades parecía respaldar esa afirmación. Charly García, Gustavo Cerati y Débora del Corral, eran solo algunos de las decenas de famosos que posaron para su recientemente publicado libro de fotos.

En Punta del Este, casi su primera casa, Gaby Alvarez no se permitiría pasar inadvertido, aún rodeado por celebridades. Y muchos afirman que por donde él se mueve pasa el glamour de este balneario top.

Un dato curioso es que "Gaby", como lo llaman sus amigos, no es actor, ni deportista, ni modelo, ni empresario rico. Hace relaciones públicas y logró que las fiestas y eventos de la farándula caigan en sus manos.

Algunos de sus allegados admiten que no cobra menos de 10 mil dólares por evento y que, por una en la que asegura una buena asistencia de celebridades, se lleva un monto cercano a los 50 mil dólares.

En este camino, llegó a reunir en una misma fiesta a figuras de la talla de Nicolás Repetto, Luciana Salazar, Florencia Raggi, Pampita Ardohain, Benjamín Vicuña, Mauricio Macri, Bárbara Durán, "Pancho" Dotto, Ricardo Piñeiro.

Hay quienes afirman que en su agenda figuran teléfonos de famosos como Shakira, Mick Jagger y Sting, por mencionar algunos.

Uno de los romances que salieron a la luz fue el que mantuvo con la vedette Luciana Salazar. En la lista de amigos se cuenta a Juan Cruz Bordeu, Gustavo Cerati, Emmanuel Horvilleur y Déborah de Corral.

Son varios los rasgos que lo diferencian. Y esa es justamente la idea que gobierna su cabeza. En Punta del Este, Gaby Alvarez no se permitiría pasar inadvertido, aún rodeado por celebridades. Y aunque suene exagerado, donde está él, se tiene la certeza de que está el glamour de este balneario. Pero quién es Gaby Alvarez. No es actor, deportista, modelo, tampoco empresario rico. Hace relaciones públicas. "Soy el número uno", dice. Y, en rigor de verdad, logró que casi todas las fiestas VIP y la movida en los paradores de moda cayeran en sus manos.

Excéntrico, a veces histérico, y siempre con una sonrisa blanca, Gaby es el que lleva famosos a los lugares top de Punta. No es un hobby, claro. Por armar esa especie de circo de caras conocidas no cobra menos de 10 mil dólares. Eso afirma él. En su entorno revelan que, por la mitad, algo arma, pero que una fiesta importante vale 50 mil dólares. Quizá en ese rango se ubica la primera de una docena de eventos que programó para enero. Fue en La Huella, un restorán de José Ignacio, con el auspicio de una marca de ropa. "Reuní lo imposible: Nico Repetto, Luli Salazar, Florencia Raggi, Pampita, Benjamín Vicuña, Mauricio Macri, Bárbara Durán, Dotto, Piñeiro..."

Llegó a Punta a mediados de diciembre. Es su décimo segunda temporada aquí. Cuenta que vino en el avión privado de los dueños de Kosiuko. "Las valijas me las trajeron mis colaboradores en dos autos", dice y deja en claro que no le importa lo que puedan pensar de él con tal de que se hagan la idea de que es una estrella más. Trajo ropa para 40 cambios. "No me gusta repetir prendas", aclara. A la playa va en sunga, en tonos rosas y también oscuros. De noche lleva siempre un sombrero distinto. Y por lo general, viste de blanco, estilo hippie new age.

Alquiló una casa de estilo oriental frente al mar, en La Barra. Jura que cada mañana medita en la playa y que Guillermo Coppola suele pasar de madrugada para dejarle facturas. Comparte la casa con algunos colaboradores. "El único que improvisa en los eventos soy yo; es mi don. El resto del equipo no tiene capacidad", lanza y diferencia su trabajo del de Leo Mateu, su socio, un relacionista de perfil institucional (ver recuadro).

Gaby dice tener de amigos a Juan Cruz Bordeu, Gustavo Cerati, Emmanuel Horvilleur y Déborah de Corral. Y desmiente que algún artista o famoso le cobre por estar en sus fiestas; lo hace de forma tan tajante como narcisista: "Les doy más de lo que ellos piensan que me entregan. Los hago aparecer en los medios. Ellos pasan de moda; yo no".

La otra mitad del negocio

Gaby Alvarez tiene una empresa de relaciones públicas, AM, y un socio, Leo Mateu. Trabajan todo el año para marcas que lanzan productos o famosos que pretenden que sus fiestas aparezcan en las revistas. Mateu tiene una imagen contraria a la de Gaby. Es más sobrio y se ocupa de la parte corporativa, de llevar adelante la relación con las empresas que los contratan. El, cero notoriedad.

SALIO DE LA CARCEL PARA PROMOCIONAR UN HOTEL DE JOSE IGNACIO.

El RR.PP. Gaby Alvarez volvió al glamour esteño

Gaby Alvarez insiste. Con casi un año de experiencia carcelaria en la sombra del penal de Las Rozas -en San Carlos, no muy lejos del glamour esteño- el relacionista público volvió al lugar que más le gusta: el centro de la escena top. Exageradamente bronceado, Alvarez se dejó ver como antes en la inauguración de un fastuoso hotel boutique sobre la laguna de José Ignacio. Siempre serio, se encargó de que todo estuviera en orden para recibir a los invitados exclusivos -a los que él mismo llamó personalmente- entre los que estaban Adrián Suar, Daniel Scioli, Marcela Tinayre y Nicolás Repetto. Sin embargo, en todo momento buscó aclarar que su trabajo de relacionista público era parte de su paradójico pasado. "No vine pare eso", repitió varias veces. Su aporte a la Estancia Vik, intervenida en cada rincón por los más importantes artistas uruguayos, parece que fue desde el lado creativo. O al menos eso dijo. "Me ocupé de lo artístico, que es lo que más me gusta hacer. Vine ayudar a mi amigo Alex Vik", le comentó brevemente a Clarín mientras caminaba cadenciosamente alrededor de la piscina con vista al lago.

El 23 de enero del año pasado, aquí mismo, quedó detenido tras un accidente en el que su auto atropelló y mató a dos motociclistas argentinos. Fue condenado a dos años y medio de prisión por homicidio culposo, ya que la justicia uruguaya determinó que él había aplicado el freno de mano que descontroló su auto (conducido por su asistente Blas, a 130 kilómetros por hora sobre la ruta 10) y provocó la tragedia.

Con el privilegio, por buen comportamiento, de 48 horas semanales de libertad (que administra con salidas todos los días), Gaby volvió al ruedo sin ganas de hablar de lo que él llama "la fatalidad". Tampoco quiere posar para las fotos, aunque en el hotel del multimillonario noruego Vik permitió conscientemente que le "robaran" imágenes suyas desde todos los ángulos y rincones.

Con sus pies enfundados en un par de botas negras, pantalón y remera (con capucha puesta) blanca, y un sombrero a tono con el calzado, Alvarez esperó en la impresionante sala de estar del hotel a los primeros invitados y los acompañó a conocer algunas de las habitaciones del lugar, donde dormir costará 1.500 dólares la noche. Luego se relajó y compartió el evento con su hermano Ariel y con "mis amigos, esos que ustedes dijeron que me habían dejado solo".

Después el reloj marcó las 20. Cuando el brillo del sol empezó a dar lugar al de los invitados, Gaby Alvarez debió de haberse sentido extraño. Había vuelto a caminar por la particular alfombra de Punta del Este. A dejar otra vez su firma. Pero no muy lejos de allí lo estaban esperando. Gaby dejó las habitaciones de la Estancia Vik. Y se fue a dormir con sus compañeros de cárcel.